jueves, 11 de agosto de 2016

Castelldefels: 1030 años de historia

“Este pueblo no tiene historia”.
Seguro que todos hemos escuchado eso alguna vez, y procedente, muy probablemente, de personas que no se han molestado en comprobar ese dato. Y probablemente, si somos gente a la que le gusta la historia y se ha preocupado por averiguar la de su lugar de origen, nos haya hervido la sangre un poco. En mi caso, esa escena se ha repetido durante mis vacaciones, así que permitidme que hoy salga de la habitual temática de este blog, que es mi mundo de ficción, para hablar del real. Supongo que si entendemos por “historia” el haber sido la capital de un poderoso imperio, o cuna de movimientos influyentes, o tener monumentos faraónicos… pues igual no. Pero si vamos a buscar la definición de la RAE encontramos, entre otras acepciones:

1. f. Narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados.
2. f. Disciplina que estudia y narra cronológicamente los acontecimientos pasados.
4. f. Conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o de una nación.
5. f. Conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o de un periodo de ella.
6. f. Relación de cualquier aventura o suceso.

Es decir. Todo pueblo tiene historia. Todo habitante de ese pueblo, pasado o presente, tiene historia. El hecho de que la casa de mis padres fuera un campo de perales a principios del siglo pasado pertenece a la historia. Estamos rodeados de historia vayamos donde vayamos; nosotros mismos somos historia con patas. Tema aparte es que sea de interés para los demás, pero no me cabe duda de que absolutamente todo pueblo, hasta el más pequeño, tendrá algo digno de recordar. Ojalá pudiera veranear en esos lugares cuya historia se escribe en mayúsculas, pero no siempre llega el presupuesto, y los que vivimos fuera no perdonamos el ir a ver a la familia.

En mi caso, procedo de Castelldefels. Su fama la debe principalmente a los seis kilómetros de playa, a ser el lugar de residencia de media plantilla del Barça y, lamentablemente, a los burdeles de la autovía. No seré yo quien os aburra ahora con los orígenes del pueblo desde la prehistoria hasta el campo de perales que había donde ahora está mi casa, pero sí os voy a dar una pincelada del Castelldefels histórico; unos pocos datos de cosas tangibles que podéis visitar de verdad, y no ruinas que tengáis que imaginar en su tiempo de esplendor. Los que paséis por los alrededores de Barcelona este verano, quizá lo veáis con otros ojos.

Castillo, torreón e iglesia. Imagen propia.
A modo de introducción, explicaré que está situado al sur de Barcelona, entre el río Llobregat y el Macizo del Garraf. Eso significa dos barreras naturales que vinieron muy bien a los cristianos en los tiempos de la expansión de Al-Ándalus, y que hicieron que este terreno formara parte de la Marca Hispánica. En estos lugares solían establecerse pequeñas iglesias o monasterios para propagar la fe entre los pueblos paganos o bien asistir a los fieles que se instalaban para repoblar y cultivar las tierras abandonadas en el retroceso del bando musulmán. Y documentados desde el 986 aparecen la iglesia que se eleva sobre la colina del castillo y el nombre “castrum felix” y variantes. Hay conocimiento de asentamientos prehistóricos y restos íberos y romanos, también muy interesantes, pero oficial y documentalmente, la historia de Castelldefels empieza hace nada menos que 1030 años.


CASTILLO

Empezamos por lo más llamativo, y es que es imposible obviarlo de ninguna manera porque lo lleva hasta en el nombre.
Interior del castillo. Imagen propia.

Pero el castillo no fue sino la casa-cuadra anexa a la iglesia que hemos comentado, cuyos terrenos pasaron a depender de unos y otros hasta 1323. Pere March compró la baronía de Eramprunyà —cuyo castillo rojo en ruinas se puede ver desde el que nos ocupa— y construyó el cuerpo principal del edificio que vemos hoy. Tras las desamortizaciones de Mendizabal, ya en 1897, Manuel Girona compró todas las fincas de la baronía y restauró el castillo.

Como dato curioso, el Rey Juan II de Aragón y Navarra, padre de Fernando el Católico, pernoctó allí en 1478 tras estar de caza por esos terrenos¹. Tras eso enfermó y murió en Barcelona menos de un mes después. Hay una leyenda local que dice que un campesino lo oriento mal a propósito para que se perdiera por los pantanos porque era partidario del Príncipe de Viana, pero eso ya no tiene ninguna referencia histórica.

Exterior desde el patio. Imagen propia.
Vista panorámica de las primeras estribaciones del Macizo del Garraf desde la terraza superior.
Imagen propia.

IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LA SALUT (CASTILLO)

La parte más antigua, construida sobre una villa romana, a su vez sobre restos íberos. La leyenda de su fundación de remonta a Carlomagno, y es que se dice que el célebre emperador mandó construirla para albergar la imagen de Santa María de la Salud que recibió del Papa Alejandro II cuando estuvo en territorio catalán luchando contra los musulmanes. Es un dato que, lamentablemente, no se puede comprobar a día de hoy, ya que la única mención documental ardió junto a todo el Archivo Parroquial y la propia imagen de la Virgen en 1936, durante la Guerra Civil.
En su interior hay varias cosas interesantes: junto a la propia entrada están los restos anteriores ya mencionados, visibles a través de un cristal en el suelo. También encontramos una maqueta de las distintas fases de construcción del castillo y el pedestal funerario romano de un liberto llamado Synecdemo, encontrado en este mismo lugar y del que también se ha ido desmigando poco a poco su historia.

Dibujos de los presos. Imagen propia.
Pero lo más llamativo del interior de la iglesia son los dibujos, y es que ésta se convirtió en cárcel durante la Guerra Civil y albergó prisioneros de las Brigadas Internacionales. Hay estudios completos tanto de este hecho como de las diferentes pinturas. Aquí baste decir que los presos procedían de diferentes unidades de voluntarios extranjeros, entre los cuales se rumoreaba que había estado George Orwell. Aunque sí es cierto que el escritor participó en el conflicto y estuvo en esas fechas en Barcelona, no parece probable ni demostrable que fuera prisionero en la iglesia del castillo. Algunos de los dibujos son de gran calidad y destacan en este sentido los firmados por Antonio Stoffella.

Detalle curioso para los oriundos del pueblo: “La pava”, conocidísimo restaurante en la actualidad, era el nombre del avión del bando nacional que bombardeaba la zona.

Y para aquellos a los que les gusten los sucesos escabrosos: En la iglesia se cometió uno de los crímenes más sonados del momento. El 26 de agosto de 1893, un hombre asesinó salvajemente al párroco y a su sobrina a tiros y puñaladas. El acusado resultó ser ex novio de la sobrina. Lo detuvieron nueve días después y fue ejecutado por garrote vil en la explanada frente a la muralla del castillo.

IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LA SALUT (PLAZA DE LA IGLESIA)

Cuando Manuel Girona compró los terrenos del Castillo, la única iglesia era la anteriormente citada. Eso implicaba que los feligreses tenían que subir la colina para asistir
Iglesia durante su construcción.
En el campanario, Manuel Girona.
Archivo municipal.
a los oficios y era un gran esfuerzo para los de más edad, además de que representaba que la gente entrara en su finca. Entre 1903 y 1909 mandó construir la que conocemos hoy junto al ayuntamiento. Es de estilo bizantino y, como apuntaba anteriormente, fue saqueada e incendiada durante la Guerra Civil. Se reconstruyó en 1948 y dos años después se llevó a cabo lo que hoy en día le da mayor fama: Las pinturas murales. El encargado de esta tarea fue el pintor Josep Serrasanta, conocido por su trabajo en la catedral de Lleida. Decoró de forma gratuita el altar mayor, el ábside y las paredes laterales y, en agradecimiento, el ayuntamiento le dedicó la calle aledaña. Destaca precisamente el mural sobre Carlomagno y la leyenda de la fundación.




Iglesia de Santa María (julio de 2016). Imagen propia.

LAS TORRES DE VIGILANCIA

Hemos hablado de que Castelldefels está enclavado entre la barrera natural del Macizo del Garraf y el río Llobregat.
Torre del Casal de Cultura,
en la subida al castillo.
Imagen propia.
A pesar de eso seguía expuesto por vía marítima frente a los piratas berberiscos, que fueron una amenaza constante entre los siglos XVI y XVIII. Y no eran el único peligro, puesto que el aumento del bandolerismo y de la superficie de pantanos y marismas por las crecidas del río —que hasta 1890 convirtieron el delta en un foco de paludismo— dificultaban la comunicación con la ciudad y dejaban aislados a los campesinos de esta zona. Por este motivo, a partir del siglo XVI se construyeron torreones adosados a las masías, con los que se creaba un sistema de señales con hoguera. Podemos encontrar todavía algunas de ellas. La más conocida es la “Torre Barona”, también llamada “Torre de la Guardia”, junto al actual Hotel Rey Don Jaime en la entrada sur del pueblo. Esta fue, además, protagonista como punto de avituallamiento de las tropas patrióticas contra las napoleónicas durante la Guerra del Francés en 1808. Pero también tenemos otras torres concentradas en poco espacio en el centro del pueblo, como la del propio castillo, la del casal de Cultura a los pies de la colina y otras tres en las calles paralelas.


Masías con sus respectivas torres. Archivo Municipal.

Estado actual. Hoy en la Calle Mayor. Imagen propia.

Esto es solo una pequeñísima parte. Se podría hablar mucho más, tanto ampliando los temas mencionados como otros de todas las épocas:
  • Los fósiles de animales prehistóricos de Ca N’Aymerich, un yacimiento importantísimo de fauna del pleistoceno medio.
  • Los objetos romanos: vajilla, tejas, ánforas, lingotes de plomo, etc. Recuperados y procedentes del presunto puerto de los siglos II a.C. a IV d.C.
  • Las olimpiadas de Barcelona 1992, en las que Castelldefels se llevó las pruebas de piragüismo y en cuyo Canal Olímpico se hallaron restos de una embarcación medieval durante su construcción.
  • La etapa industrial con La Rocalla, la fábrica de uralita que dio vida al pueblo a principios del siglo XX y empezó a quitarla a finales.

E infinidad de anécdotas curiosas e interesantes ya contemporáneas que podemos conservar gracias al trabajo de historiadores y periodistas locales. Pero estos datos son suficientes para que un turista interesado en el pasado que se acerque por esas latitudes se incline hacia otro tipo de visita que escapa a la clásica de playa. Sin desmerecerla, por supuesto. El contraste de playa y montaña del que dispone Castelldefels es otro lujo, pero éste de tipo natural del que, si queréis, hablo en otra ocasión.

Desde el mar. Imagen propia.
Y desde la montaña. Imagen propia.

 NOTAS:

¹Según escrito de Pedro Miguel de Carbonell. Colección de documentos inéditos del Archivo General de la Corona de Aragón, tomo XVII, (1864) Barcelona.

BIBLIOGRAFÍA:
  • BARBERÁN ALBIAC, J. “Origen e Historia de Castelldefels y su comarca” (1978) Barcelona
  • NAVARRO PÉREZ, J. “Castellfedels: una introducció a la seva geografia i història” (1991) Col·lecció Castelldefels. Ajuntament de Castelldefels.
  • GONZÁLEZ, A., GONZÁLEZ, M. Y PINOS, N. “Los grafitos de las Brigadas Internacionales de la iglesia del castillo de Castelldefels (1938-1939)” (1996) Barcelona. Diputación de Barcelona.
  • LÓPEZ BORGOÑOZ, A. “Las brigadas internacionales en Castelldefels” (2015) PDF consultado por última vez el 30/07/2016 en: http://www.academia.edu/19913182/LAS_BRIGADAS_INTERNACIONALES_EN_CASTELLDEFELS_1a_PARTE_
  • LÓPEZ BORGOÑOZ, A. “Nuevos datos sobre Synecdemo, el liberto romano cuya lápida funeraria se encontró en Castelldefels” (2013) Artículo consultado por última vez el 11/08/2016 en: http://castelldefelshistoria.blogspot.com.es/2013/12/nuevos-datos-sobre-synecdemo-el-liberto.html
  • FORT I GAUDÍ, J. “Santa María de la Salut” (1979) Barcelona.
  • LORENZO I GALÉS, N. “Entre mar i muntanya. Breu historia de la parroquia i vila de Castelldefels” (1989) Barcelona.
  • NOTÓ I BRULLAS, JORDI “Memòria en blanc i negre” (2013) Barcelona.
  • CAMPMANY, J. “Castelldefels i la mar” (2011) Barcelona. Ajuntament de Castelldefels.


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